Es frecuente que, tras el verano y todos los cuidados que hemos tenido en esta época (mientras el pie está al descubierto y se muestra) nuestros pies se muestren sanos y con buen aspecto.

Al llegar el invierno solemos encerrarlos en sus zapatos y calcetines, pasando a un “segundo plano”, y olvidándonos de ellos.

Esto no debe ser así, pues cada época tiene sus características y riesgos, debiendo extremar su cuidado si queremos seguir disfrutando de una buena salud.

No olvide que unos pies mal cuidados presentan un aspecto desagradable y pueden provocar problemas que hasta pueden inhabilitarnos para caminar correctamente.

Al encerrar el pie en invierno existe el roce y la presión por el calzado que puede originar algún problema como sequedad, callos por roce o presión, dolor en articulaciones o pies con juanetes, uñas encarnadas, sudoración excesiva, etc.

A continuación profundizaremos en algunos de ellos.

Rozaduras de los zapatos

Cuando empieza el invierno y compramos a principio de temporada zapatos nuevos, debemos evitar llevarlos durante muchas horas seguidas, hasta que exista una buena adaptación. Es importante en estas ocasiones alternar diferentes zapatos a lo largo del día.

Si encontramos demasiado dura la piel del zapato, debemos llevarlos al zapatero para que la adapten a la forma del pie del individuo, incluso tratar de aplicar en casa un poquito de crema hidratante en la parte interior (si se trata de zapatos de piel) para que se hidraten y adapten mejor a la anatomía de nuestros pies.

En el caso de sufrir rozaduras, la mejor solución son los apósitos hidrocoloides, ya que forman una segunda piel, y no es necesario reemplazarlos hasta que se cambian hasta que este se desprenden.

En caso de que exista ampolla, taparla y acudir si persiste cualquier dolor al podólogo.

Callosidades y durezas

Los callos y durezas en el pie aparecen en las zonas de roce con el calzado o de máxima presión. Las durezas son un engrosamiento de la piel llamado hiperqueratosis y cuando se concentran en una zona más limitada, y a veces más profundas, los denominamos helomas o callos. Incluso algunos presentan un núcleo hacia dentro o como se denominan coloquialmente, “ojo de gallo”.

Se desaconseja utilizar objetos cortantes o punzantes en casa para quitarlos.

Deben ser eliminados por un profesional y con las medidas de higiene correctas.

En invierno trataremos de no usar zapato con puntera estrecha y procurando que no sean demasiado ajustados.

Juanetes (hallux abductus valgus):

Se trata de una deformidad ósea que se produce en la articulación del dedo gordo del pie, aunque puede aparecer también en el dedo pequeño (juanete de sastre). Es más común en mujeres y se sabe que hay un componente importante hereditario.

La forma de andar, el posicionamiento de los pies o el calzado estrecho y con tacón predispone el pie para que aparezca el tan temido y doloroso juanete.

Cuando aparece es doloroso, debemos pensar que la artrosis también afecta.

Hay enrojecimiento alrededor de la articulación, inflamación y el dedo gordo se desvía hacia el resto.

Podemos realizar separadores en consulta con silicona para retrasar la deformidad y otros problemas asociados al roce entre los dedos, pero si las molestias persisten o la deformidad es muy severa el tratamiento deberá ser quirúrgico.

Problemas en las uñas de los pies

Debido a la presión que ocasionan algunos zapatos y la forma de las uñas, en ocasiones se encarnan hacia los lados, produciendo inflamación y a veces infección en la misma.

Para evitar esto hay que procurar cortar la uña recta. En caso de que haya afectación, limpiar la zona con alcohol y acudir a consulta para que su podólogo realice una cura con más profundidad y recete, si es necesario, algún antibiótico .

Sudoración excesiva en los pies

En esta época del año también podemos encontrarnos con el problema de la sudoración y las irritaciones que esto conlleva, o el mal olor.

Cuando hablamos de este problema lo denominamos hiperhidrosis. En la actualidad se está invirtiendo gran esfuerzo en su estudio, pero los resultados obtenidos hasta el momento distan todavía de los objetivos que se pretenden alcanzar.

Se puede tratar para eliminar la causa con botox u otros fármacos.

Sobre el olor, y como curiosidad, comentar que de ello depende mucho la alimentación de la persona, factores hormonales o la ingesta de medicación.

Algunos alimentos que intensifican el mal olor en el sudor, como el ajo, los espárragos o la cebolla.

Lo que realmente es causa del mal olor son las bacterias que podemos tener en el cuerpo, ropa, zapatos o en el pelo, que provocan fermentación y toxinas.

La bacterias se depositan en los zapatos debido al sudor del pie, por lo que hay que procurar limpiarlos bien por dentro (aunque a veces al no poder sacar la plantilla resulte complicado).

Es importante, si el pie suda mucho, utilizar calcetín de fibra natural; y si aun así se humedece, cambiar el calcetín un par de veces en el mismo día, ya que la humedad continuada propiciará el desarrollo de hongos en los pies.

Nuria Sarroca © 2025 Notas legales.

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