Hola a todos.

Ya sabéis que mi intención es aportar consejos y cuidados de los pies. Y durante este verano espero que los hayáis cuidado tanto como el resto del cuerpo.

Vamos a hacer una reflexión sobre cómo hemos ido calzados durante el verano.

En la mayoría de los casos , el nivel de expansión del pie ha aumentado debido al uso de calzado abierto; y además, en esta época del año y debido al elevado aumento de la temperatura, se produce una dilatación en nuestros pies.

En primer lugar, me gustaría hablar de un problema bastante común, la fascitis plantar, que en muchos casos está originado por el calzado usado en verano, las sandalias o chanclas, o también en numerosas ocasiones por andar descalzo durante mucho tiempo en la piscina o la playa, especialmente si realizamos deportes o actividades de salto o carrera descalzos.

Existe una banda de tejido que cubre la musculatura corta de la planta del pie llamada fascia que en ocasiones se inflama y provoca la conocida fascitis plantar.

Las molestias son casi siempre pasajeras y desaparecen por sí solas. Si persisten, hay que acudir al podólogo, porque pueden cronificarse y dar serios problemas.

Por otra parte, hay pacientes que están siendo tratados con plantillas y, a menudo ,en verano, prescinden de ellas, así que, en poco tiempo, vuelve a aparecer la misma sintomatología que había sido paliada con el tratamiento.

En el caso de los niños, quizá aún es más grave el error que se comete si les quitamos las plantillas y dejamos “descansar” este tratamiento ortopodológico. Lo que ocurre es que retrocedemos todo lo que habíamos adelantado durante el año de tratamiento.

Por eso, mi consejo es que adecuemos el pie en verano a un calzado en el que podamos adaptar nuestras plantillas.

Nombrar también las lesiones típicas veraniegas en el pie al llevarlos al descubierto como traumatismos, lesiones en las uñas como roturas o hematomas, fracturas interfalángicas,etc. Para todas ellas, debemos valorar el estado del pie y acomodarlo gradualmente a un calzado cerrado.

Además, las suelas del calzado que usamos en verano suelen ser más finas, provocando bastante dolor en la zona metatarsal del antepie y en la zona del talón.

Por lo tanto, es imprescindible la elección de un buen cazado idóneo para cada caso, hidratar el pie y acudir al podólogo.

Un último consejo: debemos cuidar la piel del pie como la del resto del cuerpo.

Durante estos meses, el sol, el cloro, el mar y llevar los pies destapados durante tanto tiempo hace que aparezcan rozaduras, durezas y una extrema sequedad, sobre todo en los talones, donde se forman esas incómodas grietas.

Como recomendación, una quiropodia en consulta, una buena hidratación y acomodar el pie a un buen calzado para esa larga temporada que acaba de llegar y que nos acompañará durante unos cuantos meses hasta que decidamos destapar otra vez nuestros pies.

 

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Nuria Sarroca © 2024 Notas legales.

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