Es un hecho cierto que las alteraciones metabólicas de la diabetes mellitus inducen cambios tisulares, causantes de la patología multisistémica propia del diabético.
Esta patología va a afectar de una manera importante al pie, por lo que ningún aspecto del régimen terapéutico para el diabético es más importante que el cuidado apropiado de sus pies. Para dar una idea de esta importancia se puede afirmar que la mitad de las amputaciones de miembros inferiores realizadas en nuestro país son consecuencia de la diabetes. Sin embargo, la mayor parte de las complicaciones que se presentan en el diabético podrían evitarse mediante un control adecuado de la alteración. Este hecho ha llevado a los países europeos a la firma de un acuerdo, la Declaración de St. Vincent, en el que se comprometen a tomar medidas para disminuir marcadamente la frecuencia de estas complicaciones.
Al estar los pies anatómicamente muy distantes del corazón y afectarse muy particularmente por la gravedad a causa de nuestra posición vertical, los trastornos circulatorios y neurológicos se manifiestan a menudo, por primera vez, en los pies. También como los pies son nuestros únicos órganos de carga, es bastante frecuente el traumatismo en ellos. En realidad los traumatismos térmicos y químicos son también frecuentes en los pies. El uso inadecuado de zapatos es un factor importante que contribuye a las lesiones del pie en el diabético.
Las alteraciones multisistémicas provocadas por la diabetes pueden dar lugar a una serie de factores que van a afectar de una forma especial al pie.
Estos factores son:
- Neuropatía distal (pérdida de sensación, de dolor y de temperatura)
- Vasculopatía.
- Infecciones bacterianas.
- Alteraciones ósea.
El cuidado de los pies debe tener como fin el prevenir las complicaciones que pudieran derivarse de la actuación de los factores anteriores con los agentes externos del pie. (zapato, calcetín, etc.)
El cuidado del pie se puede dividir en dos tipos:
- Los que puede hacer el diabético por si solo o AUTOCUIDADOS.
- Los que deben ser realizados por un profesional: PODÓLOGO
Autocuidados del pie diabético
Los autocuidados deben ir dirigidos a dos puntos principales:
Autocuidados del pie
El diabético debe realizar diariamente una higiene y observación meticulosa de su pie, así como tener una serie de precauciones para lo que se pueden dar las siguientes indicaciones:
Inspeccionar diariamente los pies para observar la posible presencia de ampollas, grietas o erosiones. Cualquier desgarro de la piel constituye un área potencial de infección y debe ser tratado con sumo cuidado.
- Como algunas personas, sobre todo mayores, encuentran dificultad para observarse la planta del pie, se puede ayudar de un espejo. Si usted no puede hacerlo de forma adecuada por problemas de artrosis, obesidad o porque su vista está afectada por la diabetes, es recomendable que lo haga un familiar.
- En el caso de desgarro de la piel se debe limpiar suavemente la región con jabón y agua tibia. Se aplicará un antiséptico suave y se recubrirá la zona con un apósito estéril. No se debe aplicar esparadrapo adhesivo de tela, sino hipoalérgico, teniendo en cuenta de no liar por completo los dedos para evitar estrangular la circulación de la sangre. Tampoco, poner apósito oclusivo.
- Si la región llega a inflamarse consultar al podólogo o al médico.
Mantener los pies limpios, secos y suaves.
- Lavar diariamente los pies usando un jabón suave o un gel de pH ácido.
- El agua debe ser tibia o fría. Comprobar la temperatura antes de meter el pie, con la mano o con el codo, ya que son partes más sensibles. Si se tiene que retirar la mano es que está demasiado caliente.
- El baño no debe superar los 10 minutos para evitar dañar la piel, puesto que, una prolongación excesiva en el tiempo de los pies dentro del agua produce maceración de la piel y una pérdida excesiva de capa cornea, lo que la protege del medio ambiente.
- Si se tiene dificultad en llegar a los pies, puede usarse un cepillo blando de mango largo, nunca cepillos de cerdas fuertes, para evitar producir erosiones en la piel.
- Secar meticulosamente con una toalla suave no rugosa, en particular entre los dedos, sin frotar vigorosamente, para evitar que la acumulación de humedad en estas zonas porque puedan ser campo abonado para infecciones, tanto micóticas como bacterianas.
- Después de un correcto lavado y secado, pueden emplearse polvos de talco con óxido de zinc sobre las zonas donde se acumula la humedad.
- Aplicar una crema hidratante para devolver la elasticidad y grado de hidratación a la piel. La crema debe ser extendida con las manos por la piel de forma suave y se incluirá su aplicación entre los dedos evitando que se quede algún grumo de crema entre ellos.
- En caso de que el pie presente abundante callosidad (sobre todo en los talones), sequedad o grietas, se utilizará una vez realizada la limpieza una crema hidratante con lanolina.
- No salir a andar en paseos largos (ir de compras) inmediatamente después del baño para dejar que la piel se recupere y dar tiempo a que la crema se reabsorba, porque si no se pueden causar lesiones por roce.
Procurar evitar cualquier lesión en los pies para lo que debemos tener en cuenta lo siguiente:
- Nunca caminar descalzo sobre cualquier tipo de superficie o piso. Caminar diariamente y NO FUMAR.
- Evitar la humedad en los pies y el uso de zapatos o calcetines húmedos, especialmente en invierno.
- Las uñas no se cortarán sino que se limarán mediante una lima de cartón (nunca metálica) para evitar cortes que pueden ser el punto de partida de una infección. Las uñas se limarán no más allá del límite de los dedos y sus bordes han de quedar siempre rectos para evitar la aparición de onicocriptosis (uña encarnada)..
- No cortar ni manipular los callos y durezas, ya que se podrían producir infecciones debido a la mala manipulación y al uso de material inadecuado y no estéril (se pueden confundir callos con papilomas, etc.). Deben ser tratados por un podólogo.
- No utilizar agentes químicos como los callicidas ya que pueden producir quemaduras en la piel de gran profundidad que serán muy difíciles de cicatrizar pudiendo derivar en una úlcera.
- Solicitar atención sanitaria especializada inmediata en caso de lesión, ampolla o supuración. Una infección banal en el pie diabético puede tener graves consecuencias.
Evitar las temperaturas extremas en todo momento.
- Mantener calientes los pies con calcetines de lana y algodón.
- Nunca aplicar calor directo a los pies como pueden ser bolsas de agua caliente, mantas eléctricas, braseros, etc., puesto que se corre el riego de producir quemaduras debido a la falta de sensibilidad y a la fragilidad de la piel.
- En invierno, cuando se quedan los pies fríos o se viene de un lugar frío como puede ser la calle, no se deben poner los pies y piernas excesivamente cerca de estufas, braseros, etc., es decir, hay que alejarse de focos de calor fuertes, para evitar problemas circulatorios. Es preferible aplicar masajes y pasear para elevar poco a poco la temperatura.
- Probar el agua del baño con la mano antes de meter el pie para comprobar la temperatura y evitar posibles quemaduras por la falta de sensibilidad en el pie.
- Usar calcetines de algodón o de lana en la cama si los pies se enfrían por la noche.
Ejercicios físicos
- El diabético debe estar bien compensado para la realización de ejercicios físicos y la diabetes no es un impedimento para ello, puesto que hay atletas de alta competición que son diabéticos.
- El niño puede realizar ejercicios físicos del tipo de baja resistencia o aeróbicos como correr, fútbol, bicicleta, etc., para lo que debe tener en cuenta el tipo de calzado a usar, debiendo utilizarse el adecuado a cada deporte, controlando después del ejercicio que no existan daños en la piel.
- En cuanto a las personas adultas (tercera edad) deben caminar diariamente y pueden realizar los siguientes ejercicios:
- Girar los pies por los tobillos unas diez veces.
- Mover hacia atrás y hacia adelante el pie por el tobillo unas diez veces.
- Moverse los dedos de los pies con las manos.
- Darse masajes suaves en las piernas y pies para facilitar la circulación.
Las prendas que sirven para proteger al pie
Medias y calcetines.
- Hay que procurar que los calcetines y medias sean anchos para permitir la movilidad de los dedos por lo que además no deben replegarse y ajustarse a la puntera.
- No se deben usar los calcetines y medias con bandas elásticas ni ligas que puedan restringir la circulación de la sangre. No usarlos remendados y hay que evitar las costuras por los posibles roces que pueden producir.
- Se deben cambiar diariamente para evitar la acumulación de sudoración y productos de descamación de la piel.
- El material a escoger debe ser la lana, el algodón o el hilo, desechándose los tejidos sintéticos ya que no permiten la transpiración; y el sudor favorece LA MACERACION DE LA PIEL QUE ES UNA PUERTA DE ENTRADA PARA LOS MICROORGANISMOS PATÓGENOS.
El calzado.
- Usar un calzado bien adaptado es vital para el pie por lo que éste debe ser preferiblemente de puntera redondeada que permita los movimientos de los dedos y con cordones para que den una buena adaptación en anchura al dorso del pie. Así, se puede prevenir la aparición de hiperqueratosis y helomas (callosidades). Serán zapatos amplios, confortables y bien almohadillados. No serán demasiado holgados porque producen rozaduras.
- No se deben usar zapatos que dejen al descubierto los dedos o el talón para evitar en lo posible los roces, golpes, etc.
- El material, preferiblemente, debe ser de piel natural para favorecer la transpiración. Inspeccionar el interior del zapato para comprobar si hay alguna costura que pueda sobresalir y herir la piel.
- Inspeccionar con frecuencia el interior del calzado en busca de posibles objetos extraños, clavos o arrugas, ya que todo objeto que crea presión o produce abrasión sobre la piel es peligroso puesto que los puntos de presión y las erosiones de la piel son lugares potenciales de irritación e infección.
- Vigilar al máximo los pies cuando se usa un zapato nuevo ya que se corre el peligro de que el pie sufra una importante agresión. No usarlo más de media a una hora seguida para dar tiempo al pie a que se acomode.